Caminamos sobre la cuerda floja,
nos gusta tambalearnos
y pensar que nos cuesta caer.
O que cuando caemos
tenemos una enorme
red que acaba en otros brazos.
Pero no.
En la vida
no hay red que nos
salve de esa peligrosa caída.
Por eso vamos deslizándonos
de un extremo a otro
por la orilla de
los sentimientos.
No hay personas,
sólo estaciones
que a lo largo de tu camino
te llevan a descubrir
nuevas rutas
o te desvían de la que
hasta ahora, tú creías la correcta.
Nos sentimos títires
de nuestras acciones,
nadando en círculos
de inquietud y vacío.
Espirales sin retorno que sólo
terminarán cuando
cortemos las cuerdas
que nos atan al miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario