Ponernos de puntillas
en aquel acantilado,
para tocar la perfección
con la yema de los dedos.
Ayudándonos de
nuestras manos
entrelazadas.
Tú con la camisa roja,
como tus mofletes o
como mis labios,
que rozan el cigarro
que acabo de encender.
La brisa nos escucha
de fondo
un fondo profundo,
casi tanto como
tus ojos verdes.
El humo del Lucky se
aleja ante nosotros.
Al sentarnos en el borde,
nos sentíamos invencibles.
Teníamos ganas
de correr de la mano,
de saltar,
de volar
de temblar
de olvidar
de perdernos en
aquel cielo azul.
Tú me llevas
sin darnos cuenta
y vamos pisando las nubes.
No hay nadie
que sepa donde
encontrarnos.
en aquel acantilado,
para tocar la perfección
con la yema de los dedos.
Ayudándonos de
nuestras manos
entrelazadas.
Tú con la camisa roja,
como tus mofletes o
como mis labios,
que rozan el cigarro
que acabo de encender.
La brisa nos escucha
de fondo
un fondo profundo,
casi tanto como
tus ojos verdes.
El humo del Lucky se
aleja ante nosotros.
Al sentarnos en el borde,
nos sentíamos invencibles.
Teníamos ganas
de correr de la mano,
de saltar,
de volar
de temblar
de olvidar
de perdernos en
aquel cielo azul.
Tú me llevas
sin darnos cuenta
y vamos pisando las nubes.
No hay nadie
que sepa donde
encontrarnos.
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