lunes, 3 de julio de 2017

Poema a la manera de Benjamín Prado

Te abracé y la niebla perdió su nombre.
Crucé tu espalda y se abrieron las jaulas.
Entonces me hablaste,
rozaste mi vida,
se borraron los cuervos.
Cuando escuché tu nombre se tacharon las espadas.

Tú te llevaste los serruchos,
viniste con las manos llenas de parques.
Tú me miraste y el cansancio se dio la vuelta.
Te desabroché la blusa y se cerró la tristeza.

Yo era un hombre cubierto de maleza,
yo era un hombre abrochado al desánimo,
intentaba hacerle esguinces al invierno.

La amagargura tejía sus ciudades en mis cuadernos,
pero llegaste para hacer sonreír a las estatuas,
para tenderle una emboscada a los cuartos vacíos.

Besarte fue zarpar hacia un país sin dudas,
y ahora sólo recuerdo la dirección de tu cuerpo.
Soltaste por mi cuarto los pájaros del júbilo
que volaron todos juntos como cien mil toneladas 
                                 [de periódicos.

Tu cara fabrica diques contra la melancolía.
La soledad son cien millones de preguntas.
Tu cintura es la respuesta todo.
                               Marwan

domingo, 11 de enero de 2015

Y tal vez la vida se trate de eso.

De ir dejando cosas atrás,

de no apegarte a nada ni a nadie.

De olvidar.

De avanzar.

Y tal vez haya que ser fuerte 

y tirar para adelante 

sin pensárselo dos veces.

Y tal vez esas cosas o personas

te olviden en dos atardeceres;

mientras tú andas recreándote en su recuerdo.

Y tal vez me haga la dura 

y siga adelante sin frenos,

pero echando la vista vista atrás,

más de lo que me gustaría  

y cuando nadie me mira.

domingo, 26 de octubre de 2014

Recuerdos de otoño.

Imagínate
que te olvidas.
Que me olvidas. 


Imagínate que olvidas
el amor inolvidable.
El primer beso.
Olvidas incluso como
saben los "te quieros".


Que un día te despiertas
y no sabes quién
es la persona que está a tu lado,
pero dime,
¿serías capaz de recordarme


Mira,
ojalá y me recuerdes siempre,
aunque haya sido la hostia de tu vida.





lunes, 23 de junio de 2014

Tres besos con hielo, por favor.

Ven,
que te voy a hacer el verano
como a ti te gusta.
Con la mirada,
con flores en el pelo,
con las ganas,
con música de fondo,
con una cerveza en la mano,
con besos por el cuello.

Ven,
que te quiero.
Que se pare el mundo.
Que nos bajamos tú y yo.
Que ya no quiero más vueltas.

Que me quieres,
que el mundo es un puto infierno
cuando no estás a mi lado.

Y perdóname;
pero estar a tu lado es
como un invierno en bañador,
como una semana de ocho días,
y una primavera sin flores,
como un día gris sin nubes,
y un verano con bufanda.

Como un vicio.
Eres puro vicio.





miércoles, 9 de abril de 2014

Déjame probar como me queda quererte.

Te he querido sin saberlo, 
o sabiendas
y en todas las formas
verbales que existen.
Te he querido, 
de noche, 
de día 
y a deshoras
te he querido 
de espaldas,  
de frente 
y debajo
encima 
y de lado a lado...
y tengo que 
confesarte que
donde mejor me 
quedas es dentro
del corazón.




viernes, 21 de marzo de 2014

Feliz poesía.

Hoy es el día de la poesía.
Es el día de las sonrisas,
de las noches en vela,
de los sentimientos,
de los folios en blanco.


Porque no conozco mejor forma
de querer que através
un mensaje,
una hoja de libreta
con un corazón escrito a boli,
un "te quiero" dibujado
con mi dedo índice en tu espalda
o con una notita en la nevera.

Feliz día a todos
y cada uno de vosotros
no quería despedir este día
sin dejaros un regalito
de Irene X, si aún
no la conocéis no dejéis de
leer:


Me estoy haciendo pequeña como una hormiga arrastrando una miga de pan
Un anillo en el anular todo esto que podría haber acabado de blanco en Las Vegas
Un miércoles cualquiera en mitad de un domingo,
quise hacértelo todos los días de la semana que viene,
y de la anterior. 

Se te ha escapado una risa malvada
cuando te he confesado que:
la indiferencia
y
las avispas
y he omitido:
- Y que algún día lo tengas en cuenta -

Esa no se te ha escapado.

La nostalgia egoísta de lo que podría haber tenido,
me sabe a mermelada del sabor de tu boca desde las alturas
Todo lo que pruebo desde entonces 
te pone a prueba 
y me pone la mitad. 

Debo ser la típica gilipollas atípica
que todavía te rebobina 
cuando no quiere avanzar
y se arrepiente todas las noches 
de no haber acabado la película. 

Tu cuerpo era el final alternativo de El club de la lucha
y yo,
sólo la entrada de incendios. 

Ahora que volvería a la guerra,
me angustia la fría.
Y que la confundas con la paz. 

Tú siempre tan con la cabeza en otra parte,
mientras yo sólo pienso en sujetártela.
Hasta perder la mía. 

Al menos podrías ir lanzando tus huellas,
como caramelos,
por el camino.
La consolación no es ningún premio,
pero consuélate conmigo. 

Tal vez podrías aparecer.
Llamar al timbre.
Ni una
ni dos:
 - tres veces -
como un cartero distraído. 

Pedirme que baje a jugar
acabar subiendo tú
traerme buenas noticias
llevarte las malas.
Y dárselas a quien quiera tocarte esta noche. 


Porque pienso pasar todo este sueño contigo
en aquel sitio donde tú soñabas llevarme
Porque después de esta tormenta
no se va a atrever a venir 
ni
la 
calma.

Voy a saltarte.

Te voy a hablar del miedo
sólo porque estoy acojonada,
acojonada y con miedo a quererte más.
Es esa sensación,
ese nudo en la garganta al pensar en el dolor
y esa sonrisa de gilipollas al pensar en tu sonrisa.
Es frenar para coger impulso,
son contradicciones una y otra vez
negarte a ti mismo algo evidente
y afirmarlo sólo en tu cabeza.

Es caminar de la mano
y abandonar el miedo en el asfalto
para después recogerlo con el último beso.
Es mi miedo, 
a equivocarme de nuevo.
Es mi miedo,
a que escuezas más 
que la sal a las heridas.

Es miedo,
a lo que mi corazón se acostumbró.
A desquerer, 
a detenerse, 
a temblar,
a huir.
Ahora late,
lo hace a velocidad constante.
Con calma, con miedo.
Es tenerte en mi cama
y no querer hacerte el amor
ni mucho menos follarte;
es querer abrazarte 
apoyar mi cabeza sobre tu hombro
y dormir
y sentirte
y soñarte.

Es olvidar la monotonía
y caer en la rutina
o caerme en ti 
y empaparme de todo lo que olvidé.
Es desconocerme al conocerte
y conocerme al desconocerte
y quererte sin decirte lo que siento.
Y es que me imagino al miedo
como ese vértigo a las alturas
que sólo superas saltando.
Voy a saltarte.
Tú eres el miedo y yo 
una puta cobarde;
son mis ganas de no huirte
y han llegado para quedarse.