tenía a tanta
gente alrededor
y a la vez se
sentía tan aislada.
Las dudas
le invadían,
vacía,
ella,
que había venido
al mundo a llevar la contraria,
a dejar su huella
encajando besos con excesos.
Se levantaba cada
mañana con ganas de viajar,
sin maleta
y con su olor en el recuerdo.
Poca gente se
paraba a escucharla,
y mucha se quedaba mirando
al verla tomar
el tren equivocado.
Pero hay alguien
que la observaba
desde lejos,
la miraba
y sonreía al pensar
en acariciar su pelo.