viernes, 21 de marzo de 2014

Feliz poesía.

Hoy es el día de la poesía.
Es el día de las sonrisas,
de las noches en vela,
de los sentimientos,
de los folios en blanco.


Porque no conozco mejor forma
de querer que através
un mensaje,
una hoja de libreta
con un corazón escrito a boli,
un "te quiero" dibujado
con mi dedo índice en tu espalda
o con una notita en la nevera.

Feliz día a todos
y cada uno de vosotros
no quería despedir este día
sin dejaros un regalito
de Irene X, si aún
no la conocéis no dejéis de
leer:


Me estoy haciendo pequeña como una hormiga arrastrando una miga de pan
Un anillo en el anular todo esto que podría haber acabado de blanco en Las Vegas
Un miércoles cualquiera en mitad de un domingo,
quise hacértelo todos los días de la semana que viene,
y de la anterior. 

Se te ha escapado una risa malvada
cuando te he confesado que:
la indiferencia
y
las avispas
y he omitido:
- Y que algún día lo tengas en cuenta -

Esa no se te ha escapado.

La nostalgia egoísta de lo que podría haber tenido,
me sabe a mermelada del sabor de tu boca desde las alturas
Todo lo que pruebo desde entonces 
te pone a prueba 
y me pone la mitad. 

Debo ser la típica gilipollas atípica
que todavía te rebobina 
cuando no quiere avanzar
y se arrepiente todas las noches 
de no haber acabado la película. 

Tu cuerpo era el final alternativo de El club de la lucha
y yo,
sólo la entrada de incendios. 

Ahora que volvería a la guerra,
me angustia la fría.
Y que la confundas con la paz. 

Tú siempre tan con la cabeza en otra parte,
mientras yo sólo pienso en sujetártela.
Hasta perder la mía. 

Al menos podrías ir lanzando tus huellas,
como caramelos,
por el camino.
La consolación no es ningún premio,
pero consuélate conmigo. 

Tal vez podrías aparecer.
Llamar al timbre.
Ni una
ni dos:
 - tres veces -
como un cartero distraído. 

Pedirme que baje a jugar
acabar subiendo tú
traerme buenas noticias
llevarte las malas.
Y dárselas a quien quiera tocarte esta noche. 


Porque pienso pasar todo este sueño contigo
en aquel sitio donde tú soñabas llevarme
Porque después de esta tormenta
no se va a atrever a venir 
ni
la 
calma.

Voy a saltarte.

Te voy a hablar del miedo
sólo porque estoy acojonada,
acojonada y con miedo a quererte más.
Es esa sensación,
ese nudo en la garganta al pensar en el dolor
y esa sonrisa de gilipollas al pensar en tu sonrisa.
Es frenar para coger impulso,
son contradicciones una y otra vez
negarte a ti mismo algo evidente
y afirmarlo sólo en tu cabeza.

Es caminar de la mano
y abandonar el miedo en el asfalto
para después recogerlo con el último beso.
Es mi miedo, 
a equivocarme de nuevo.
Es mi miedo,
a que escuezas más 
que la sal a las heridas.

Es miedo,
a lo que mi corazón se acostumbró.
A desquerer, 
a detenerse, 
a temblar,
a huir.
Ahora late,
lo hace a velocidad constante.
Con calma, con miedo.
Es tenerte en mi cama
y no querer hacerte el amor
ni mucho menos follarte;
es querer abrazarte 
apoyar mi cabeza sobre tu hombro
y dormir
y sentirte
y soñarte.

Es olvidar la monotonía
y caer en la rutina
o caerme en ti 
y empaparme de todo lo que olvidé.
Es desconocerme al conocerte
y conocerme al desconocerte
y quererte sin decirte lo que siento.
Y es que me imagino al miedo
como ese vértigo a las alturas
que sólo superas saltando.
Voy a saltarte.
Tú eres el miedo y yo 
una puta cobarde;
son mis ganas de no huirte
y han llegado para quedarse.




jueves, 20 de marzo de 2014

Sintonizar el tiempo.

Un día te paras 
a pensar en el ayer.
Y te das cuenta de 
que tu círculo de amigos 
es más pequeño cada día.
Cada vez es más difícil verlos 
y coordinar horarios entre vosotros 
por motivos de trabajo, 
estudios, preferencias...
Y te empiezas a plantear 
porqué ahora disfrutas más 
de esa cervecita en casa 
y tomar un simple café 
cada vez te da más pereza 
aunque sólo sea para conversar un rato.
Las multitudes ya no son tan divertidas, 
las horas en la calle 
ya no son parte de tu rutina.
Quizá tu camino 
empieza a tomar sentido. 

Tu vida, 

o hasta ahora lo que conocías de ella 
desaparece ante tus ojos.
Mientras algunos 
siguen siendo verdaderos amigos, 
otros no eran tan especiales después de todo. 
La amistad, al fin y al cabo, 
no se basa en el tiempo, 
si no en la calidad de las 
personas que tienes a tu lado.
Las personas son egoístas. 
Muchas se acercan por puro interés;
otras simplemente pasan por tu vida 
para aprender a no ser como ellas.

Te das cuenta 

que hay decisiones que tomarás 
y quizá no sean las adecuadas
pero los errores 
te hacen crecer como persona.
Aprendes a que el tiempo no vuelve, 
que la vida 
no da segundas oportunidades, 
que los amores baratos 
sólo te dejan la cama vacía, 
que los amaneceres 
son más bonitos sin resaca, 
que hay sonrisas 
que te alegran el día, 
que hay momentos 
en los que sólo necesitas un abrazo, 
que el corazón 
siempre guarda un sitio para el dolor, 
que la confianza 
se pierde en cuestión de segundos, 
que en el amor 
siempre hay reproches 
y que las mejores noches 
las pasas entre sus brazos.

Tratas día a día 

empezar a entenderte a ti mismo, 
sobre lo que quieres y lo que no.
Tus opiniones 
se vuelven más fuertes. 
Miras a tu alrededor 
y ves como actúan las personas 
y te encuentras a ti mismo 
juzgando un poco más de lo normal
porque tu vida 
ya no es tan parecida a la de los demás.
A veces tratas de aferrarte al pasado, 
pero te das cuenta de que el pasado 
cada vez se aleja más 
y que no hay otra opción 
que la de seguir avanzando 
y debes saber 
conservar bien el presente 
porque será tu única 
compañía en el futuro.

Imagen





lunes, 17 de marzo de 2014

Todos sueñan.

El mendigo sueña 
con un billete en su vaso
y el vaso 
con una boca que lo bese.
Por la acera 
donde suspira el vaso
pasa un adolesente 
que sueña con invitar 
a bailar a Eva
mientras Eva sueña 
con conocer algún día 
al futbolista de su carpeta.
Los futbolistas sueñan 
con poder ir con 
sus chicas al cine
y la chica del cine 
que no les dará 
las entradas
sueña con un 
fin de semana libre.
El parado que se pasa 
los sábados y 
los domingos al sol
sueña con con un puesto 
de lo que sea en donde sea
y el inmigrante 
ecuatoriano que aceptó
ese trabajo insalubre 
antes que él,
sueña con tener papeles.
El funcionario 
que le denegó el permiso de trabajo
sueña con la hora 
del cigarrillo
y de camino hacia el estaco 
choca con un hombre gris 
que sueña con ser cantante
y que ignora que 
el cantante sueña
con que le miren 
sin luz de escenario.
alguien que quiera 
mirarle dentro.

Tras el concierto
su mánager sueña
con un contrato millonario.


Y yo
que sólo sueño 
con volver a verte.

Marwan.




lunes, 3 de marzo de 2014

Juntos y ...



Llovía demasiado
tanto,
que ni siquiera
podía salir de la cama.

Me gustaba la lluvia.

Correr por las calles
sin coger el autobús
buscando cobijo
en los balcones.

Pisar los charcos 
con mis botas nuevas.

Llegar a casa empapada,
con el pelo mojado,
las manos heladas
y el rimmel corriendo
por mis mejillas.


Miré por la ventana,
era una mañana gris
como siempre.

Al incorporarme 
me di cuenta de que todavía 
seguía desnuda.

Me giré hacia la mesita 
y encendí un cigarrillo.
Fui a la ventana,
la abrí de par en par.

La lluvia caía sobre mi pecho,
era una sensación tan abrumadora...
casi tanto como cuando tus
manos recorrían mi cuerpo.

Te estuve pensando
un buen rato.
Recuerdo como empezó todo...




Revueltos.

Eran las nueve, 
él venía a buscarme
dos calles más
abajo de mi casa.
Salí dando un portazo
sin pensar que
aquella noche
quedaría para siempre
en el recuerdo.

Caminaba de puntillas

aunque con paso firme.
Esquivaba los restos 
de un pasado no muy lejano
no quería,
no debía,
mirar atrás.


Nos saludamos
con dos besos rápidos
en las comisuras,
con ganas,
pero a la vez,
con timidez.
La noche era larga,
y mis pantalones 
demasiado cortos.
La brisa jugaba con su pelo
y me sentía libre 
dentro de la cautividad 
de su mirada.

Al bajar del coche
llovía demasiado, 
no teníamos a donde ir.
Encontramos un portal 
detrás del bar de siempre
y nos colamos.
Noté sus dedos rozando 
mi espalda
pero no oía sus pasos, 
sólo la respiración.

Era como estar en medio
de una tormenta de verano
donde quieres cubrirte
pero el calor se apodera de ti.
Y te dejas llevar.











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