lunes, 3 de julio de 2017

Poema a la manera de Benjamín Prado

Te abracé y la niebla perdió su nombre.
Crucé tu espalda y se abrieron las jaulas.
Entonces me hablaste,
rozaste mi vida,
se borraron los cuervos.
Cuando escuché tu nombre se tacharon las espadas.

Tú te llevaste los serruchos,
viniste con las manos llenas de parques.
Tú me miraste y el cansancio se dio la vuelta.
Te desabroché la blusa y se cerró la tristeza.

Yo era un hombre cubierto de maleza,
yo era un hombre abrochado al desánimo,
intentaba hacerle esguinces al invierno.

La amagargura tejía sus ciudades en mis cuadernos,
pero llegaste para hacer sonreír a las estatuas,
para tenderle una emboscada a los cuartos vacíos.

Besarte fue zarpar hacia un país sin dudas,
y ahora sólo recuerdo la dirección de tu cuerpo.
Soltaste por mi cuarto los pájaros del júbilo
que volaron todos juntos como cien mil toneladas 
                                 [de periódicos.

Tu cara fabrica diques contra la melancolía.
La soledad son cien millones de preguntas.
Tu cintura es la respuesta todo.
                               Marwan