martes, 25 de febrero de 2014

(Des)colgando en tus labios.


Ya me caí por el túnel, 
seguía mi olfato 
el camino de ese perfume 
hasta llegar al final 
infinito del bosque donde 
solo hay silencio, 
donde nadie nos oye. 
Te veo aparecer 
cuando se hace de noche, 
las flores y los arboles 
se tiñen de bronce, 
estamos rodeados de estrellas 
de colores y empiezo
ha acercarme para verte.



¿Quién eres tú? 

Nunca había visto algo, 

tan especial 

tan infinitamente humano, 
es de cristal
y se rompe con las manos, 
a lo mejor no podemos ni tocarnos. 




Y no sé que pasó luego, 

sólo que desperté a la otra 

orilla del lago 

y con los ojos cerrados 

y con los labios 
salados, 
no supe si estabas cerca, 
o lo había soñado... 
no sé.

Carlos Sadness.






Este nudo en la garganta 
no se debe a otra cosa 
que a la distancia.

Que ya no vivimos para tenernos,
ni morimos para seguir viviendo.
Los caminos se bifurcan
y yo; escondida detrás de 
la suela de tu zapato
vigilo cada uno de
los pasos de tu destino,
los pasos que un día
te trajeron hasta mí
y que ahora se alejan
sin previo aviso hacia 
otra estación.
Otro vagón.
Otra autopista.
Otra ciudad.

¿Qué voy a hacer si no
tengo ganas de hacer la maleta?

¿Qué voy a hacer ahora sin tu voz?

Ya no seré tu canción favorita,
dejarás de hacerme el desayuno
cuando yo te lo pida.
Ya no me besarás cuando
me quede dormida en el sofá,
no me esperarás en 
la cama cuando salga de la ducha.
Y los kilómetros
cada vez me intoxicarán más.

¿Qué sentido tendrán 
las tardes de domingo?

Si tu te vas,
qué más me da el resto.

Es hora de decirlo,
de gritarlo a los 
cuatro vientos,
que se pare el mundo,
que te bajes tú.

Que esto no es un adiós,
es un echaré de menos tus labios
pero jamás dejaré escapar tus manos.
















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